Cuando llevas unos años viviendo en la misma casa, un día te levantas, miras a tu alrededor y tienes la impresión de que todo está muy visto – y para ser sinceros, algo gastado. Entonces, te dejas invadir por la desesperación, pero en un acto heroico agarras la calculadora y echas números. Una mesa por aquí, cuatro sillas mínimo por allá, el sofá - que da pena - y como no, también incluyes la enorme librería pensando ... "en qué hora se me ocurriría ...". El grito lo oye hasta tu vecina del sexto. En ese momento, te vuelves a la cama y esperas a que mañana sea otro día. Con algo de suerte te levantarás de mejor humor - o tal vez, con menos vista.
¡Pues no señor! Renovar el salón no tiene por qué ser una tortura para tu cuenta corriente. Solo necesitas refrescarlo, aportarle elementos nuevos que le den un toque actual. Si eliges bien, los muebles grandes ni se verán entre tanto complemento espectacular - o bajo nuevas capas de pintura y telas...
Así que ... ¿por dónde empezamos?
Es lo más sencillo y donde más notarás el cambio. Lo mejor es pintar las paredes en tonos claros para que tu casa sea más luminosa y visualmente parezca más amplia. ¿Que tu casa ya es blanca? Opta por destacar una pared en un tono más fuerte. Si decides pintar tú mismo, ahorrarás un 70% del coste que te cobraría un profesional - y es realmente sencillo.
Otra alternativa es empapelar esa pared. La oferta es ahora inmensa, pues no solo podrás escoger entre papeles de flores, geométricos o lisos; la imitación de texturas ha llegado a tal punto que podrías empapelar una pared emulando ladrillo o madera y nadie se daría cuenta.
Si todavía tienes gotelé en casa, deshazte de él. El cambio será absolutamente espectacular en cuanto a limpieza y aumento de luminosidad. Y aunque es mejor que lo haga un profesional, no descartes hacerlo tu mismo si te acompaña la paciencia.
Lo importante, en cualquier caso, es que tengas en cuenta el tono de las tapicerías del salón, ya que cambiar éstas te requeriría algo más de presupuesto. Aunque una buena alternativa sería ponerle fundas al sofá. Podrías aprovechar, incluso, para poner fundas claritas - de esas que solo aparecen en revistas - porque al ser lavables, estarían siempre en perfecto estado.
Esa base clarita que hemos dejado nos dejará jugar con los cojines a nuestro antojo. Si buscas buena energía, elige tonos en colores vivos y llamativos. Aportarán calidez y color al espacio. Incluso los estampados pueden encajar como un guante.
Pero si buscas tendencias, te damos dos - bueno, tres. Los cojines con mensajes positivos e imágenes inspiradoras. Muy de casas Instagram. Los cojines con flores y cactus molones. Muy de casas Pinterest. Y finalmente, los cojines geométricos en tonos neutros o pasteles. Muy de casas nórdicas – o blogueras, que para el caso es lo mismo.
Después, para rematar el look del sofá, no olvides lanzar sobre él - así, como quien no quiere la cosa - una mantita o plaid. Si la eliges de pelo te aportará mucha sofisticación, además de ser un gustazo cuando te arropes con ella.
Principalmente porque nunca sobran. Pero seguro que si revisas el plan de iluminación - ya sabes, ese que te contamos en cada post y que consta de tres tipos de iluminación: general, ambiental y puntual - notarás que de algún pie cojeas. Tal vez por eso, cuando cae la noche, tu casa se ve menos bonita que de día, cuando en realidad deberías disfrutarla a cualquier hora aunque con sensaciones diferentes.
Así que, ¿qué te parece una lámpara que diga "aquí estoy yo"? Si el problema es que no tienes enchufes en los sitios correctos, siempre puedes optar por alternativas lowcost. Por ejemplo, la clásica lámpara Arco (hay múltiples modelos parecidos en el mercado) puede tener la base cerca del enchufe e iluminar el espacio central del comedor o salón. También las lámparas de techo son ahora tremendamente flexibles. Ya no nos escandalizamos por ver el techo lleno de cables sino todo lo contrario.
No pensarías que nos habíamos olvidado de la librería de en-qué-hora-se-me-ocurriría, ¿verdad? . Que sepas que también tiene solución y se llama chalk paint. Fijo que a estas alturas habrás oído hablar de esta maravilla de pintura, y es que cualquiera - repito, cualquiera - puede actualizar un mueble o incluso unas puertas sin esfuerzo. No hace falta lijar, ni imprimar, ni siquiera es necesario tener espíritu artístico.
Esta pintura acrílica aporta una textura empolvada que aligera las piezas más clásicas y contundentes. El efecto wow es inmediato. Tanto que crea adicción.
Las alfombras son otro de los factores que alteran el producto. Y no es de extrañar, ya que para que una alfombra no se sienta ridícula en el salón debe ser de dimensiones generosas. Es decir, toda la zona de tertulia y descanso (sofás, sillones y mesitas de centro o auxiliares) debe quedar dentro de la alfombra o al menos pisarla.
Así que, si estás pensando en un cambio potente para tu salón, no descartes esta jugada. Si has mantenido las paredes neutras, en las alfombras puedes ser algo más transgresor con el diseño. No te invito a serlo con el color (me refiero a poner alfombras en tonos llamativos) porque hablaríamos ya de alto riesgo. Sin embargo, los diseños que marcan ahora tendencia son de morirse. Te aconsejamos, por ejemplo, que te decantes por alfombras geométricas, con prints florales o de pelo, tipo Beni-Ouarain, que añaden mucha textura sin agotar la paciencia.
No sé por qué todos tenemos la sensación de que las cortinas son de esos elementos que una vez que entran en casa ya no se cambian. Pero ¿has comprobado últimamente sus precios? A veces resultan incluso más baratas que los cojines. Podrías tener cortinas más ligeras, más contundentes, más oscuras, más claras, más lisas o más llamativas. La cuestión es que podrías cambiarlas con la misma frecuencia que cambias las sábanas - o al menos cada vez que cambies de estación. Desde luego, su cambio es tan contundente como el color de las paredes, así que plantéatelo como un hábito para que no te vuelva a pasar que te levantes por la mañana y sientas que toda la decoración de tu casa es prehistórica.