¿Quién no se ha imaginado alguna vez viviendo en un loft neoyorquino, símbolo indudable del estilo industrial? Y es que este estilo se inspira en aquellas fábricas americanas de los 50, reconvertidas en viviendas por visionarios (generalmente artistas sin blanca) que supieron valorar y reciclar los recursos de los que disponían.
De ahí hemos heredado el gusto por las paredes sin revestir, mostrando sin pudor su esqueleto de hormigón y ladrillo, y por un mobiliario con carácter, solo apto para mentes abiertas. Brutalismo y minimalismo juntos para crear un estilo atemporal y sofisticado que todavía hoy, casi 70 años después de aquella corriente artística, se sigue vinculando con un estilo de vida joven y vanguardista.
Apunta sus claves si quieres estar en la onda.
Brutalismo en los revestimientos
Paredes y columnas desnudas que muestran sin tapujos la crudeza de sus materiales: hormigón, ladrillo visto, cemento pulido, desconchados... Y en techos, más de lo mismo. Las bóvedas o vigas de hierro y hormigón quedan expuestas, por lo que los conductos del aire acondicionado, electricidad y cañerías no tienen más remedio que mostrar sus intrincados recorridos, creando una estética que forma parte de la decoración.
Una estética que se ha democratizado enormemente gracias a las nuevas e increíbles técnicas de impresión láser aplicadas al papel pintado que reproducen fielmente la imagen de las texturas mencionadas arriba. Tanto que si el papel es de calidad, solo lo sabrás tocándolo.
Con los conductos ya es otra cosa…
Una cuestión de espacio y altura
No es un estilo para casas tradicionales, demasiado compartimentadas, pues necesita de espacios amplios y luminosos, y eso solo se consigue tirando tabiques innecesarios. Así que deja que los espacios se entremezclen –cocina con salón, dormitorio con baño, etc.– y que la vista recorra la casa de punta a punta sin obstáculos.
Además, el colorido que baña las casas industriales tiende a ser sobrio, casi masculino. Negros, grises y marrones son los protagonistas por lo que una buena iluminación natural es clave. Verás que este estilo prefiere los amplios ventanales y los altos techos para que la luz circule a sus anchas, llegando a cualquier rincón sin obstáculos. Lo ideal es que uses perfiles de hierro en las ventanas y prescindas de cortinas y estores –así podrás protagonizar “La ventana indiscreta”–.
Metal y madera, el tándem perfecto
La mayoría de los muebles de estilo industrial se fabrican en metal y madera. Dos materiales que a pesar de representar conceptos antagónicos, frío y cálido, crean escenarios muy acogedores. Se distinguen por sus líneas rectas y sus acabados desgastados y envejecidos. Imperfectamente perfectos.
En sillas y sofás destaca el cuero como otro de los actores principales. Y para acabar de dar el toque de gracia no puedes prescindir de las lámparas industriales –mejor si están algo deterioradas u oxidadas– y de los muebles de oficio, ahora reciclados en sus nuevas funciones domésticas. Son los que proceden principalmente de ultramarinos, fábricas, despachos u oficios ya inexistentes.
Decoración minimalista
Para contrarrestar la pesadez de los revestimientos y materiales usados debes ser exquisito en el orden y seleccionar muy bien los accesorios con los que vas a decorar, huyendo de los detalles superfluos. El estilo industrial es sobrio y funcional, por lo que también suscribe la máxima del menos es más.
Para complementar tu decoración tendrás que pasearte por los mercadillos y almonedas para adquirir recuerdos del pasado tan dispares como viejos ventiladores de aspas metálicas, teléfonos, radios, poleas o relojes… En realidad cualquier cosa con aire retro, procedente de una fábrica o espacio de trabajo, te valdrá para crear un entrañable –y recuerda, joven y vanguardista– rincón en casa.
