Si eres un espíritu libre a quien le horrorizan los convencionalismos incluso en el hogar, el estilo bohemio (más conocido como boho) podría encajarte como un guante. Es un estilo fresco, lleno de energía, donde se funden y mezclan distintas corrientes artísticas y culturales sin más normas que el gusto personal de cada uno. Imaginación –y mucho eclecticismo– al poder.
Lo hippie, lo étnico y lo exótico se combinan con tal libertad decorativa que crean ambientes únicos, vitalistas y muy divertidos. Aunque a veces esa falta de reglas desemboca en una decoración algo excesiva. De ahí que haya surgido una variante denominada “boho chic”, que aboga por espacios algo más sofisticados y un poco menos caóticos, aún partiendo de esa misma base decorativa.
Pero seas más del primero o del segundo, igualmente necesitarás repasar la lista de los elementos de los que no podrás prescindir para que este estilo sea fácilmente reconocible. ¡Apunta!
Todo gira alrededor del llamativo colorido que inunda los complementos textiles e incluso el mobiliario. Suelen ser tonos cálidos (rosas, fucsias, rojos, amarillos…) pero también encontrarás preciosos turquesas y azules.
Pero no queda ahí la cosa: además de combinar colores intensos y jugosos, el estilo boho combina libremente cualquier estampado, sin tener en cuenta si son mezclas armoniosas o no. Lo importante es que transmita ese espíritu hippie tan de los setenta. Por eso las texturas también son importantes: crochet, terciopelos, linos y algodones rematados con detalles que en otros escenarios serían tildados de “kitsch” como volantes, plumas, flecos o ¡lentejuelas!
Es importante tener en cuenta que tal profusión de colores y de patrones debe tener un contrapeso para que el espacio no resulte caótico y abigarrado. De ahí que triunfen los tonos neutros en las paredes. Es más, si apuestas por la versión chic, ese porcentaje de neutros ha de ser aún mayor.
Es uno de los rasgos principales de este estilo. Por ello, no puedes prescindir de cojines de diferentes formas, diseños y colores. Tienes vía libre para colocar tantos como puedas y cuando agotes el espacio en sofás y camas distribúyelos por el suelo, como asientos informales complementarios. Como alternativa, puedes usar algunos puffs mullidos, objeto fetiche para este estilo. Especialmente interesantes los que proceden de Marruecos realizados en cuero con bordados y los orientales.
Llena sin miedo los espacios con alfombras de diferentes diseños, patrones y procedencias. Puedes incluso superponer unas sobre otras. Serán el colchón perfecto para apoyar todos esos cojines de los que hablábamos y ofrecer un confort máximo.
Mezcla libremente diferentes piezas vintage o traídas de viajes exóticos (por ejemplo de la India o Turquía) pero sin olvidar que el tuneo, el reciclaje y la capa de pintura son los pilares de este estilo. Es más, cuanto más desgastados y envejecidos estén mejor que mejor.
Este estilo se caracteriza por buscar el equilibrio entre la sencillez de las texturas naturales –las encontrarás en tejidos, maderas y fibras vegetales– y la riqueza decorativa de los complementos étnicos procedentes de diferentes puntos del planeta (Asia, Sudamérica o África). Por lo que no te sorprendas al encontrar cestos de fibras combinados con platos de metal labrado de origen marroquí, tapices de macramé con faroles turcos o una cama india con sábanas de lino.
Quien adora este estilo, adora la sensación de relajación que ofrece. Por ello no puedes prescindir de un pequeño espacio “chill out” (ya sea en el interior de casa o en el exterior) donde poder meditar, descansar o soñar. Eso te lo puede proporcionar una hamaca o un diván con muchos cojines y una mesita auxiliar. Crea una atmósfera más apropiada añadiendo algunos farolillos o lámparas de estilo turco, plantas frondosas en maceteros de fibra y velas, muchas velas. Te enamorarás del boho si no lo habías hecho ya.